El tratamiento de la imagen en televisión es heredero de las tradiciones de la cinematografía. Por ejemplo: en los formatos informativos, la imagen es fundamental para complementar la noticia periodística pues le da credibilidad al mostrar los momentos precisos en que ocurren los hechos. También presenta una dramatización, donde el manejo de la intensidad, el tiempo y el ritmo se dirigen a la captura del televidente, provocando empatía, reacción social y personal frente a lo que está viendo. Las imágenes pueden ser más importantes que el lenguaje verbal que informa y describe los hechos.
En televisión, el lenguaje no
solo se caracteriza por el texto, sino también por una imagen en movimiento, el
sonido, la voz y otros elementos que lo convierten en un vehículo del
pensamiento más complejo y que merece una mayor coordinación para transmitir un
resultado: el mensaje audiovisual. Su transmisión está gestionada
por empresas y necesita ser rentable, por lo que uno de los objetivos de los
programadores es captar y mantener las audiencias.
En el caso de los
programas de entretenimiento, las imágenes favorecen el espectáculo, tornándolo
más atractivo; en los programas de orientación (denuncias sociales y
reportajes), las imágenes provocan en el receptor una reacción que le evoca sus
problemas sociales y personales, pues ellas lo enfrentan a realidades, personas
y situaciones que lo reflejan.
Aunque la imagen posea la mayor fuerza en el
mensaje televisivo, propio de soportes audiovisuales, donde el contexto y texto
están determinados por la narración de la imagen y el sonido, el lenguaje
verbal cumple la función de acompañamiento, que refuerza, valora, comenta e
interpreta.
La música y los efectos sonoros sirven de
refuerzo, contrapunto, de énfasis o continuidad a las imágenes, provocando en
el receptor reacciones emocionales diversas, según su finalidad. Debido a que
el receptor televisivo es diverso, heterogéneo y circunstancial (ambiente
familiar o público), las señales sonoras y la música deben ser atractivas,
repetitivas y sugerentes para captar su atención.
Todos los programas, desde las cortinas de
iniciación de transmisiones, pasando por noticieros, transiciones, misceláneos,
informativos, etc., tienen un responsable de musicalización que además de
estudiar y reconocer los requerimientos de cada programa, está al tanto de las
tendencias musicales imperantes y propone, cual DJ, opciones de musicalización
o efectos, posibilidades que están condicionadas por la temática y el carácter
narrativo de las imágenes.
En el lenguaje televisivo, como en los lenguajes
verbales, se pueden considerar diversos aspectos o dimensiones: aspectos morfológicos,
sintácticos y semánticos.
a) Aspectos morfológicos: De la misma manera que
cuando elaboramos mensajes con los lenguajes verbales utilizamos nombres,
verbos, adjetivos y otros elementos morfológicos, los mensajes audiovisuales se
construyen utilizando los siguientes: Elementos visuales, elementos
sonoros (la música, los efectos de sonido, las palabras y el silencio).
b) Aspectos sintácticos: Para construir un
mensaje verbal, no es suficiente mezclar una serie de nombres, verbos y
adjetivos, hay que seguir unas normas sintácticas que permitirán elaborar
frases significativas. De la misma manera, cuando creamos un mensaje
audiovisual tenemos que seguir unas normas sintácticas que, además, podrán
influir poderosamente en el significado final de nuestro mensaje. Los
principales aspectos sintácticos a considerar son: el plano, el ángulo, la
composición, profundidad de campo, distancia focal, ritmo, iluminación,
movimiento de cámara y signos de puntuación.
Algunas características generales del lenguaje
televisivo:
Fragmentación: los distintos programas pierden autonomía por la
franja publicitaria. Los programas en general están pensados para ser
presentados en bloques, si bien ellos son parte de un todo, deben considerar su
valor como unidad, al presumir la incorporación de televidencia, que requiere
de resúmenes o reiteraciones de contenidos en bloques anteriores, para capturar
su atención.
Apertura o falta de cierre: no concluye nunca, es el propio espectador
quien determina la duración del mensaje. La práctica del “zaping” (Acto de saltar
programación o canales en la televisión. Es decir, ir cambiando de canales) las
transmisiones permanentes y la repetición, son condiciones materiales
de la relación entre el medio y el televidente.
Espectacularidad: su ingrediente esencial es el espectáculo. Es la
relación de un espectador expuesto a la exhibición de una escena. Una relación
donde el espectador concurre al llamado, por diversas fuentes de interés,
intención y voluntad, a la entrega de puestas en escena, en las que se
sostienen o alimentan varias formas de lenguaje. La espectacularidad está
situada como una forma exacerbada de ciertos elementos de estos lenguajes para
una captura en el tiempo del espectador: la música, las luces, el color o su
ausencia, la imagen, el ritmo, etc.
El discurso televisivo transmite códigos
ideológicos tradicionales. Si revisamos las premisas reglamentarias de
la televisión, nos daremos cuenta de los valores, aunque muy generales, con los
cuales se construye el discurso televisivo.
Incitación al consumo al ser ésta la fuente principal de
financiamiento, las empresas avisadoras tienen una alta injerencia en el tipo
de programación y los modelos de audiencia a construir. Las programaciones
televisivas están destinadas a competir para capturar televidencia franjeada,
según edades, intereses, clasificación social, en la que los avisadores tengan
mayores certezas del resultado de sus productos o servicios.
Banalización de contenidos. Al estar la televisión determinada por las
condiciones de financiamiento ya expuestas, requiere de las mejores y altas
televidencias. Surge así la “necesidad” de generar un discurso apreciable por
todos, un mensaje que sea entendido por las grandes masas de consumidores,
instala la puesta en circulación de discursos con una mínima profundidad
y máxima extensión de temas. Los avisadores no invierten en publicidad para
programas de baja expectación. Programas demasiado específicos no son franjas
de interés para los avisadores, prefieren una programación masiva y
totalizante.
Predominio de lo emocional sobre lo racional. Los programas televisivos presentan
mecanismos que se estructuran de forma narrativo-testimonial, mediante imágenes
y relatos, que apuntan a un modelo lúdico-afectivo, modelo opuesto al modelo
racional-analítico, basado en la lecto-escritura.
RTA://A.. Por ejemplo: en los formatos informativos, la imagen es fundamental para complementar la noticia periodística pues le da credibilidad al mostrar los momentos precisos en que ocurren los hechos. También presenta una dramatización, donde el manejo de la intensidad, el tiempo y el ritmo se dirigen a la captura del televidente, provocando empatía, reacción social y personal frente a lo que está viendo. Las imágenes pueden ser más importantes que el lenguaje verbal que informa y describe los hechos. RTA://B.Espectacularidad: su ingrediente esencial es el espectáculo. Es la relación de un espectador expuesto a la exhibición de una escena. Una relación donde el espectador concurre al llamado, por diversas fuentes de interés, intención y voluntad, a la entrega de puestas en escena, en las que se sostienen o alimentan varias formas de lenguaje. La espectacularidad está situada como una forma exacerbada de ciertos elementos de estos lenguajes para una captura en el tiempo del espectador: la música, las luces, el color o su ausencia, la imagen, el ritmo, etc.
ResponderEliminarEl discurso televisivo transmite códigos ideológicos tradicionales. Si revisamos las premisas reglamentarias de la televisión, nos daremos cuenta de los valores, aunque muy generales, con los cuales se construye el discurso televisivo.
Incitación al consumo al ser ésta la fuente principal de financiamiento, las empresas avisadoras tienen una alta injerencia en el tipo de programación y los modelos de audiencia a construir. Las programaciones televisivas están destinadas a competir para capturar televidencia franjeada, según edades, intereses, clasificación social, en la que los avisadores tengan mayores certezas del resultado de sus productos o servicios.
Banalización de contenidos. Al estar la televisión determinada por las condiciones de financiamiento ya expuestas, requiere de las mejores y altas televidencias. Surge así la “necesidad” de generar un discurso apreciable por todos, un mensaje que sea entendido por las grandes masas de consumidores, instala la puesta en circulación de discursos con una mínima profundidad y máxima extensión de temas. Los avisadores no invierten en publicidad para programas de baja expectación. Programas demasiado específicos no son franjas de interés para los avisadores, prefieren una programación masiva y totalizante.
Predominio de lo emocional sobre lo racional. Los programas televisivos presentan mecanismos que se estructuran de forma narrativo-testimonial, mediante imágenes y relatos, que apuntan a un modelo lúdico-afectivo, modelo opuesto al modelo racional-analítico, basado en la lecto-escritura.DUIANA PAOLA VILLARREAL CASTILLO101