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martes, 16 de abril de 2013

LENGUAJE TELEVISIVO



El tratamiento de la imagen en televisión es heredero de las tradiciones de la cinematografía. Por ejemplo: en los formatos informativos, la imagen es fundamental para complementar la noticia periodística pues le da credibilidad al mostrar los momentos precisos en que ocurren los hechos.  También presenta una dramatización, donde el manejo de la intensidad, el tiempo y el ritmo se dirigen a la captura del televidente, provocando empatía, reacción social y personal frente a lo que está viendo. Las imágenes pueden ser más importantes que el lenguaje verbal que informa y describe los hechos. 


En televisión, el lenguaje no solo se caracteriza por el texto, sino también por una imagen en movimiento, el sonido, la voz y otros elementos que lo convierten en un vehículo del pensamiento más complejo y que merece una mayor coordinación para transmitir un resultado: el mensaje audiovisual.  Su transmisión está gestionada por empresas y necesita ser rentable, por lo que uno de los objetivos de los programadores es captar y mantener las audiencias.

En el caso de los programas de entretenimiento, las imágenes favorecen el espectáculo, tornándolo más atractivo; en los programas de orientación (denuncias sociales y reportajes), las imágenes provocan en el receptor una reacción que le evoca sus problemas sociales y personales, pues ellas lo enfrentan a realidades, personas y situaciones que lo reflejan.

Aunque la imagen posea la mayor fuerza en el mensaje televisivo, propio de soportes audiovisuales, donde el contexto y texto están determinados por la narración de la imagen y el sonido, el lenguaje verbal cumple la función de acompañamiento, que refuerza, valora, comenta e interpreta.


La música y los efectos sonoros  sirven de refuerzo, contrapunto, de énfasis o continuidad a las imágenes, provocando en el receptor reacciones emocionales diversas, según su finalidad. Debido a que el receptor televisivo es diverso, heterogéneo y circunstancial (ambiente familiar o público), las señales sonoras y la música deben ser atractivas, repetitivas y sugerentes para captar su atención.


Todos los programas, desde las cortinas de iniciación de transmisiones, pasando por noticieros, transiciones, misceláneos, informativos, etc., tienen un responsable de musicalización que además de estudiar y reconocer los requerimientos de cada programa, está al tanto de las tendencias musicales imperantes y propone, cual DJ, opciones de musicalización o efectos, posibilidades que están condicionadas por la temática y el carácter narrativo de las imágenes.


En el lenguaje televisivo, como en los lenguajes verbales, se pueden considerar diversos aspectos o dimensiones: aspectos morfológicos, sintácticos y semánticos.

a) Aspectos morfológicos: De la misma manera que cuando elaboramos mensajes con los lenguajes verbales  utilizamos nombres, verbos, adjetivos y otros elementos morfológicos, los mensajes audiovisuales se construyen  utilizando los siguientes: Elementos visuales, elementos sonoros (la música, los efectos de sonido, las palabras y el silencio).

b) Aspectos sintácticos: Para construir un mensaje verbal, no es suficiente mezclar una serie de nombres, verbos y adjetivos, hay que seguir unas normas sintácticas que permitirán elaborar frases significativas. De la misma manera, cuando creamos un mensaje audiovisual tenemos que seguir unas normas sintácticas que, además, podrán influir  poderosamente en el significado final de nuestro mensaje. Los principales aspectos sintácticos a considerar son: el plano, el ángulo, la composición, profundidad de campo, distancia focal, ritmo, iluminación, movimiento de cámara y signos de puntuación.


Algunas características generales del lenguaje televisivo:

Fragmentación: los distintos programas pierden autonomía por la franja publicitaria. Los programas en general están pensados para ser presentados en bloques, si bien ellos son parte de un todo, deben considerar su valor como unidad, al presumir la incorporación de televidencia, que requiere de resúmenes o reiteraciones de contenidos en bloques anteriores, para capturar su atención.
Apertura o falta de cierre: no concluye nunca, es el propio espectador quien determina la duración del mensaje. La práctica del “zaping” (Acto de saltar programación o canales en la televisión. Es decir, ir cambiando de canales) las transmisiones permanentes y la repetición, son condiciones materiales de la relación entre el medio y el televidente.

Espectacularidad: su ingrediente esencial es el espectáculo. Es la relación de un espectador expuesto a la exhibición de una escena. Una relación donde el espectador concurre al llamado, por diversas fuentes de interés, intención y voluntad, a la entrega de puestas en escena, en las que se sostienen o alimentan varias formas de lenguaje. La espectacularidad está situada como una forma exacerbada de ciertos elementos de estos lenguajes para una captura en el tiempo del espectador: la música, las luces, el color o su ausencia, la imagen, el ritmo, etc. 

El discurso televisivo transmite códigos ideológicos tradicionales. Si revisamos las premisas reglamentarias de la televisión, nos daremos cuenta de los valores, aunque muy generales, con los cuales se construye el discurso televisivo. 
Incitación al consumo al ser ésta la fuente principal de financiamiento, las empresas avisadoras tienen una alta injerencia en el tipo de programación y los modelos de audiencia a construir. Las programaciones televisivas están destinadas a competir para capturar televidencia franjeada, según edades, intereses, clasificación social, en la que los avisadores tengan mayores certezas del resultado de sus productos o servicios.
Banalización de contenidos. Al estar la televisión determinada por las condiciones de financiamiento ya expuestas, requiere de las mejores y altas televidencias. Surge así la “necesidad” de generar un discurso apreciable por todos, un mensaje que sea entendido por las grandes masas de consumidores, instala la puesta en circulación de discursos con  una mínima profundidad y máxima extensión de temas. Los avisadores no invierten en publicidad para programas de baja expectación. Programas demasiado específicos no son franjas de interés para los avisadores, prefieren una programación masiva y totalizante. 
Predominio de lo emocional sobre lo racional. Los programas televisivos presentan mecanismos que se estructuran de forma narrativo-testimonial, mediante imágenes y relatos, que apuntan a un modelo lúdico-afectivo, modelo opuesto al modelo racional-analítico, basado en la lecto-escritura.




1 comentario:

  1. RTA://A.. Por ejemplo: en los formatos informativos, la imagen es fundamental para complementar la noticia periodística pues le da credibilidad al mostrar los momentos precisos en que ocurren los hechos. También presenta una dramatización, donde el manejo de la intensidad, el tiempo y el ritmo se dirigen a la captura del televidente, provocando empatía, reacción social y personal frente a lo que está viendo. Las imágenes pueden ser más importantes que el lenguaje verbal que informa y describe los hechos. RTA://B.Espectacularidad: su ingrediente esencial es el espectáculo. Es la relación de un espectador expuesto a la exhibición de una escena. Una relación donde el espectador concurre al llamado, por diversas fuentes de interés, intención y voluntad, a la entrega de puestas en escena, en las que se sostienen o alimentan varias formas de lenguaje. La espectacularidad está situada como una forma exacerbada de ciertos elementos de estos lenguajes para una captura en el tiempo del espectador: la música, las luces, el color o su ausencia, la imagen, el ritmo, etc.

    El discurso televisivo transmite códigos ideológicos tradicionales. Si revisamos las premisas reglamentarias de la televisión, nos daremos cuenta de los valores, aunque muy generales, con los cuales se construye el discurso televisivo.
    Incitación al consumo al ser ésta la fuente principal de financiamiento, las empresas avisadoras tienen una alta injerencia en el tipo de programación y los modelos de audiencia a construir. Las programaciones televisivas están destinadas a competir para capturar televidencia franjeada, según edades, intereses, clasificación social, en la que los avisadores tengan mayores certezas del resultado de sus productos o servicios.
    Banalización de contenidos. Al estar la televisión determinada por las condiciones de financiamiento ya expuestas, requiere de las mejores y altas televidencias. Surge así la “necesidad” de generar un discurso apreciable por todos, un mensaje que sea entendido por las grandes masas de consumidores, instala la puesta en circulación de discursos con una mínima profundidad y máxima extensión de temas. Los avisadores no invierten en publicidad para programas de baja expectación. Programas demasiado específicos no son franjas de interés para los avisadores, prefieren una programación masiva y totalizante.
    Predominio de lo emocional sobre lo racional. Los programas televisivos presentan mecanismos que se estructuran de forma narrativo-testimonial, mediante imágenes y relatos, que apuntan a un modelo lúdico-afectivo, modelo opuesto al modelo racional-analítico, basado en la lecto-escritura.DUIANA PAOLA VILLARREAL CASTILLO101

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